Son tiempos difíciles, en los que estamos compartiendo, y en los que está emergiendo en cada uno, lo más auténtico, lo que realmente le define...
Y en nuestra comunidad, a pesar de todas las dificultades de todo tipo que vivimos, el corazón late lleno de fe, en todo lo que se hace, porque ese latido, es la fe, vivida desde el mandamiento del amor, de cada uno de los que la formamos, que no olvidamos, que lo que se hace al más pequeño, al mismo Jesús se lo estamos haciendo.
De ahí, que mes a mes, esa fe vivida comprometidamente, haga que la marcha de la Parroquia, nunca se pare, y que además, no olvidemos la marcha de tantos hermanos nuestros, que en el mundo, llevan la Palabra de Dios, llevan el amor de Dios, a quiénes ni le han conocido, a quiénes tanto necesitan experimentarlo.
Y tanto mayores, como adultos, como jóvenes, como niños, cada uno aporta lo que puede, se ofrece para lo que puede, se ilusiona en su buena marcha...
La Restauración del Templo Parroquial, el Domund, el día a día de la Parroquia, está sostenido desde Arriba, por el empuje desde abajo de todos.
¡Gracias a todos por todo....y por seguir siempre hacia adelante!
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